viernes, 1 de noviembre de 2013

LA LUZ EN EL VERSO



                  A Iván Mendoza Marrodán

No estában alertados, no,
ni el reloj arquitectura de las horas,
ni el maestro expectante que enseñaba,
ni la tenaz perseverancia de una madre.

No estaba alertado el calendario,
ni las frías hojas del amor,
ni la estación amarga de la prisa,
ni el arte, la estulticia o la piedad.

Ni el verbo mágico que iba saltando
de poema a poeta, de ordenador
a sinaléfa, de sílaba a estrofa,
de renglón a estrategia,
de voz a labio.

Sin embargo, el universo te instaba
a encontrar la luz por los rincones
más inhóspitos de las palabras,
por la curiosa ecuación de un verso clandestino,
por la arena, la herida, la derrota,
la crisis, el mundo y la arboleda.


No estaba preparado el diccionario,
ni el hombre o la mujer que escuchan,
pero tú, traspasabas el vacuo
rumor de la sorpresa y te adentrabas
en la tierra,el corrupto, la injusticia,
en la exigua cara de la luna,
en el próvido dolor, la intolerancia,
en el pecado mortal de la omisión,

y cumplías fielmente tu designio
de ver luz en el punto muerto de los versos,
en la aciaga llaga de vivir.

María J. Marrodán

INVENTARIO



El crujir del colchón bajo el peso de los dos,

el respetable sudor del sudoroso trabajador,

la confianza de unos consoladores oídos,

el peso de la razón de un reflexivo razonador,

cualquier concierto, cualquier poema, cualquier canción,

los versos que descuido divagando contigo,

los albores del tiempo y su tenaz involución,

la luna llena avistada desde tu ombligo,

el ruido eventual de un encuentro reiterado,

el sol al alba cuando me despiertas del sueño,

el caer de los muros bajo nuestros besos,

la sombra del astro rey sin voluntad ni dueño,

la música que suena a algo parecido al sexo,

el sonido de la felicidad entre los dientes,

la lluvia de tus ojos surcando vendavales,

(…)

la compañía de una buena compañía,

la pasión que a tercera vista se desvista,

el amanecer de la humanidad tecnológica,

el fluir del placer como un torrente sin pista,

las ganas que tengo y tienes sin cordura alguna,

los tipos que no son tu tipo sino yo,

(…)

la sinceridad de unas palabras sinceras,

el último y el de después del último,

crecer por dentro, muy adentro, sin ritmo,

sentirte en paz contigo mismo, feliz, deseado,

completo, por fin al haberte hallado

a ti,           

y,

                                                                  de paso,

                   a mí mismo.
 
Imagen de la Presentación en la Gota de Leche de Logroño. 21 de noviembre de 2013