Nací prematuro un día de octubre
de las entrañas de la bondad,
desde entonces no lo pude remediar
y cambié de corazón por costumbre
evitando el dolor del bienamar,
del beber de copas rotas,
del caminar con otras botas,
buscando simplemente la felicidad
escondida en los perdidos continentes
de las playas de caderas sin canas ni edad
repletas de tesoros sin oros ni piedad,
sin embargo caí de camino a la cumbre candente
tropezando con tacones, faldas y sostenes
donde el aciago sol sin luna deslumbra
vientres oscuros donde nada alumbra
a las liebres libres de pecados entre las sienes
y me veo hoy salvaje, sediento de tierra,
aguardando hambriento de agua,
forjado en el fuego de la fragua,
escribiendo poemas de miseria
como si fuera un verdadero poeta,
un poeta en guerra.
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