martes, 4 de mayo de 2010

LÁGRIMAS
Y con lágrimas en los ojos reconocerte
como la mejor de tu especie, como la mejor
de las artistas, y mirar en el reflejo aun sin verte
un trocito del espejo del sino de tu reloj,
y sentirte parte de mí, o mejor, yo de ti: pertenecerte.

Y con lágrimas en los ojos dar cuenta
de tu maestría, de mi mentira, y, quizás,
de mi ignorancia, mi insolencia, y palpar sin rentas,
aún candente, esa sensación de apego, de verdad,
ese cordón umbilical, esa dependencia de mí por ti,
o quizás, de ti por mí. Ante todo sinceridad.

Y con lágrimas en los ojos la vida agradecerte,
la que tengo y sobre todo la que no tengo de veras,
porque está claro dónde no quiero estar ni tenerte,
porque, a pesar de la incertidumbre de las fronteras,
entre el límite del bien y del mal existe una fina línea final.

Y con lágrimas en los ojos contemplar tu obra,
tú estilo, tu grandeza con entereza, y henchir
el pecho de orgullo, y poder llamarte sin zozobra,
de vez en cuando, y sin que nadie lo pueda oír,
ni lo sepa, “mamá”. Porque sólo es cuestión de la demora
de la edad que no perdona
pero que a veces,
se deja vivir.

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